SOBRE LA RELACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS
Es normal, en cierto momento, que exista esa necesidad de separarse, de diferenciarse, de hacerse grande con respecto a los padres. Sin embargo, si el hijo dice con el corazón a sus padres: «No, no tomo aquello que viene de vosotros porque no es lo que merezco», aunque se vaya a Australia seguirá notando una cuerda enorme que lo ata a sus padres a través del rechazo. Y si dice: «Me alegro de que os juntarais y me dierais la vida, y os doy las gracias y digo sí a la vida que me disteis y la aprovecho, y en todo lo bueno que vivo en mi vida os tengo presentes», entonces los padres se sienten grandes y el hijo se siente impulsado a la vida, y puede dejar a los padres y seguir su propio camino, poseer la vida, fecundarla, inyectar sus genes en el torrente de la vida, crear, arriesgar, vivir. Y de vez en cuando se volverá hacia sus padres y dirá de nuevo: «Gracias».
El rechazo ata. El asentimiento libera, pues es amor.
– Joan Garriga